Cambio de mentalidad para la nueva longevidad

claves

La mayor esperanza de vida es un regalo que hemos recibido y que, muchas veces, no sabemos muy bien qué hacer con él.

Los seres humanos nunca vivimos tanto tiempo ni con tanta salud como ahora. No venimos con “manual de instrucciones” ni contamos con un referente donde poder mirarnos.

Es más, no sólo no sabemos cómo vivir una vida más larga hoy, sino que tampoco somos capaces de proyectar nuestra propia vejez futura sin caer en creencias alimentadas por el edadismo.

Vivir más años y con salud, tiene numerosos beneficios, pero también está lleno de retos y por eso repito una y otra vez que necesitamos cambiar nuestra mentalidad.

Pero ¿qué es lo que tenemos que cambiar? ¿cómo podemos hacerlo?

Estas son preguntas que me hacen permanentemente y que hoy quiero desgranarlas para ti.

Luego de cuatro años de investigación, he llegado a la conclusión de que podemos cambiar nuestra mentalidad accionando en tres dimensiones, más una cuarta que es trasversal.

mindset

Las tres dimensiones sobre las que trabajar nuestro cambio de mentalidad para la longevidad son:

  1. Los sesgos
  2. Los hábitos
  3. Los rasgos

La cuarta, la dejo para el final…

A continuación, iré desarrollando cada una de las dimensiones:

sesgos

Los sesgos cognitivos:

Lo primero que tenemos que hacer es entender que son los sesgos cognitivos.

Como breve definición podíamos decir que “son errores de pensamiento” que todos cometemos a veces. Nos hacen ver las cosas de cierta manera sin que nos demos cuenta. Es importante conocerlos para tomar decisiones más acertadas.

Aquí te dejo algunos ejemplos de los sesgos más frecuentes, seguro que se te ocurren varios ejemplos personales donde te viste condicionado por alguno de ellos:

  1. Sesgo de confirmación: Tendencia a buscar, interpretar y recordar información de manera que confirme nuestras creencias preexistentes.
  2. Sesgo de anclaje: Dar demasiada importancia a la primera información que recibimos al tomar decisiones, incluso si esa información no es relevante.
  3. Sesgo de disponibilidad: Tendencia a dar más peso a la información que se encuentra fácilmente disponible en nuestra mente, como eventos recientes o impactantes.
  4. Sesgo de atribución: La tendencia a atribuir causas a los eventos de una manera que refuerce nuestras propias creencias o valores.
  5. Sesgo de apoyo: Dar más importancia a la información que apoya nuestras creencias y menos importancia a la que las desafía.

Hay un sesgo que tiene especial relevancia cuando pensamos en la nueva longevidad. Ese sesgo es el del presente, también conocido como “sesgo de tiempo presente” o “sesgo del ahora”.

Su importancia radica en que se refiere a la tendencia a dar un peso desproporcionado a eventos y situaciones que ocurren en el presente en comparación con eventos pasados o futuros.

Es decir, hace que tendamos a enfocarnos excesivamente en lo que está sucediendo en el momento actual subestimando el pasado o el futuro.

Si estamos demasiado centrados en el presente, no podemos planificar adecuadamente para el futuro o puede que tomemos decisiones impulsivas sin considerar las consecuencias a largo plazo.

¿Cómo luchamos entonces contra el sesgo del ahora teniendo en cuenta nuestra larga vida?

El cambio de mentalidad se basa en desarrollar la habilidad de la “gratificación diferida”.

Para entender qué quiere decir esto, te invito a ver este breve vídeo sobre la llamada: “Prueba del Marshmallow”

La “prueba del marshmallow” fue desarrollada por el psicólogo Walter Mischel en la década de 1960.

El experimento consistía en ofrecer a niños pequeños una nube y se les decía que podían comerlo de inmediato o esperar un tiempo determinado sin comerlo.

Si lograban esperar, recibirían como recompensa una segunda nube.

Se descubrió que aquellos que podían esperar para obtener la recompensa adicional (es decir, retrasar la gratificación) tendían a tener un mejor rendimiento académico y una mayor estabilidad emocional en su vida posterior.

Este estudio fue importante para comprender la importancia del autocontrol y la capacidad de planificación a largo plazo en el desarrollo de los niños.

¿Y esto qué tiene que ver con la longevidad?

Si somos capaces de vencer el sesgo de la inmediatez, y somos capaces retrasar la gratificación, podremos vivir de acuerdo con la máxima de “envejecemos como vivimos”.

Todo lo que hacemos en nuestro yo presente, tiene un impacto en nuestro yo futuro. Es tomar consciencia de esta doble mirada.

Teniendo esto en mente, tomaremos decisiones que no solo nos generen una satisfacción o un alivio en el corto plazo, sino que podremos proyectar mejor cómo impactará en el futuro.

La gratificación diferida tiene impacto en todos los aspectos de nuestra vida, desde la salud, la planificación financiera o nuestras relaciones.

 

habitos

Los hábitos:

Cuando se trata de gestionar una larga vida, más larga que nunca, el tiempo cobra una nueva dimensión.

No solo es cuestión de vivir más tiempo, ya que la medicina, la ciencia y la tecnología están allí para ayudarnos a prolongar la vida, como sea.

Se trata de vivir muchos años con salud, con holgura económica y rodeados de quienes consideramos importantes. Una vida con sentido, vamos.

La nueva longevidad necesita que incorporemos ciertos comportamientos de manera sostenible a lo largo de muchas décadas. Se dice pronto.

Podríamos caer en la tentación de acudir a la motivación como principal motor para nuestra longevidad.

La motivación es buena, por supuesto, pero no es suficiente.

¿Te imaginas apoyarte solo en la motivación para comer bien durante 6, 7, 8 décadas…?

Otra opción sería recurrir a la obligación, a querer hacer las cosas por la fuerza, con disciplina férrea.

Si pensamos en tener una vida larga, plena y con sentido, ella lleva implícita la felicidad, el bienestar, el disfrute. No tendría sentido vivir muchos años basados en la privación. Esta no es una buena elección.

¿Cómo incorporamos hábitos que nos ayuden a vivir más años?

La respuesta está en diseñar, implementar y sostener hábitos atómicos, o pequeños hábitos que seamos capaces de realizar sin siquiera reparar en ellos.

El concepto “Hábitos Atómicos” está desarrollado en un libro escrito por James Clear, publicado en 2018.

La premisa fundamental es que los pequeños cambios o mejoras constantes, pueden tener un impacto significativo a largo plazo en nuestra vida.

James Clear argumenta que la clave para conseguir nuestras metas no está en realizar cambios radicales de un día para otro, sino en centrarse en pequeñas acciones diarias que, con el tiempo, se acumulan y se convierten en hábitos sólidos e inconscientes.

El libro explora cómo funcionan los hábitos, cómo se pueden descomponer en componentes más pequeños y cómo se pueden modificar o reemplazar con éxito.

Te invito a leerlo, o también, puedes tener un buen resumen adaptado a la perspectiva de la longevidad es este artículo que escribí hace un tiempo:

De las tres dimensiones, esta es la más fácil de poner en práctica, y ayuda a trabajar y mejorar en las otras dos (sesgos y rasgos).

Antes de avanzar, es importante agregar que lo bueno de este sistema es que se adapta totalmente a nuestro estilo de vida y a nuestros gustos.

Los nuevos hábitos se embeben en nuestra realidad y desde allí van promoviendo el cambio.

Es la manera más amable y paulatina para comenzar a actuar para nuestro yo futuro.

rasgos

Los rasgos:

La tercera dimensión sobre la que podemos trabajar para gestionar mejor nuestra longevidad son los rasgos de la personalidad.

Pero comencemos por definir qué es un rasgo de la personalidad:

“Es una característica o cualidad relativamente estable y duradera que describe la forma en que una persona tiende a pensar, sentir o comportarse en diversas situaciones y a lo largo del tiempo.”

Podría resumirse en que son patrones consistentes en la forma en que reaccionamos y nos relacionamos con el mundo que nos rodea.

Estos rasgos no son rígidos ni determinan completamente nuestro comportamiento en todas las situaciones, pero ayudan a entender las tendencias y preferencias.

Cabe destacar el Modelo de los Cinco Factores (o Cinco Grandes), que identifica cinco rasgos principales. Cada rasgo tiene sus dos polos, uno más positivo y otro más negativo.

La mayoría de nosotros nos situamos en las zonas grises, aunque puede haber casos extremos de polarización total.

A continuación, te resumo brevemente los cinco factores:

  1. Grado de Apertura a la experiencia: Este rasgo se refiere a la disposición (o no) de una persona para ser abierta, curiosa y receptiva a nuevas ideas, experiencias y emociones.
  2. Grado de Planificación: Se refiere a la capacidad (o no) de organización, responsabilidad y atención a los detalles de una persona.
  3. Grado de Extraversión: Este rasgo describe la cantidad de interacción social, energía y extroversión emocional de una persona.
  4. Grado de Amabilidad: Se refiere a la disposición (o no) de una persona para ser compasiva, amable y cooperativa con los demás.
  5. Estabilidad emocional (o Neuroticismo): Este rasgo se relaciona con la (in)estabilidad emocional de una persona y su capacidad para manejar el estrés y las emociones negativas.

De todos ellos, hay tres rasgos que ayudan a tener una buena salud y una vida más larga: la responsabilidad, ser estable y planificado.

Las personas responsables y planificadas viven más porque les resulta más fácil comer bien, hacer ejercicio y seguir las recomendaciones del médico sin problema.

Adicionalmente, las personas emocionalmente equilibradas eligen amistades estables, conservan sus matrimonios, les va bien en el trabajo y suelen ser cautelosos.

En contraposición a lo expuesto, de los “cinco grandes de la personalidad”, los que peor resultan para la salud y para la longevidad son los rasgos de neurosis, desorganización y pesimismo.

Como ya comenté, si bien estos rasgos de la personalidad suelen ser relativamente estables y persistentes, la modificación de estos es posible en cierta medida, a través de procesos de autoconciencia, esfuerzo consciente y desarrollo personal.

Te dejo aquí algunas vías de exploración para trabajar en ellos:

  1. Autoconciencia: El primer paso para modificar un rasgo de la personalidad es ser consciente de él.
  2. Voluntad y esfuerzo: Modificar un rasgo de la personalidad requiere un esfuerzo consciente y voluntad. Puedes trabajar en cambiar comportamientos gracias a los hábitos atómicos que acabamos de ver.
  3. Terapia y apoyo profesional: En algunos casos, la terapia psicológica, como la terapia cognitivo-conductual, puede ser de ayuda.
  4. Práctica y repetición: Cambiar un rasgo de la personalidad generalmente implica practicar nuevos comportamientos y respuestas que sean más deseables o adaptativas.
  5. Ambiente y contexto: A veces, simplemente cambiar el entorno en el que te encuentras puede ayudar a conseguir ese cambio buscado.
  6. Desarrollo personal: El crecimiento personal y la autorreflexión pueden ayudarte a entender mejor tus rasgos de personalidad y a trabajar en su modificación.

Y ya para finalizar, nos quedaría saber cuál es la cuarta dimensión que nos puede ayudar a cambiar nuestro mindset y mejorar la gestión de nuestra propia longevidad.

La educación.

Si, estudiar, aprender, abrazar la filosofía del “lifelonglearning”, o aprendizaje a lo largo de toda la vida.

Aprender cosas nuevas todos los días mantiene nuestro cerebro activo, conectado, reduce el deterioro cognitivo que comienza a manifestarse con la pérdida de memoria, concentración, velocidad de respuesta, etc.

No hace falta que estudiemos una carrera universitaria detrás de otra, no me refiero a ello, sino a fomentar nuestra curiosidad, el espíritu inquieto que nos haga tener ganas de saber cosas nuevas, desarrollar nuevas habilidades y capacidades.

Como ves, te propongo comenzar a movilizar nuestra conciencia para generar ese cambio de mindset:

  1. identificando los sesgos cognitivos que nos impiden proyectar a futuro
  2. desarrollando y sosteniendo pequeños hábitos saludables
  3. reforzando los rasgos de la personalidad más positivos para la longevidad
  4. aprendiendo cosas nuevas todos los días

¿Te animas? ¿Por dónde empezarías?

Te puedo asegurar que es un viaje lleno de sorpresas y muy gratificante.

Fuente: Artículo basado en mi libro “Una longevidad con sentido” editado por Editorial Verssus en 2021. Puedes adquirirlo aquí

 

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